Terminando con nuestras actividades de invierno,
relataremos hoy la excursión al Palacio del Marqués de Santa Cruz, en nuestra
Comunidad Autónoma de Castilla –La
Mancha.
El edificio era frecuentado por el primer marqués
gracias a su ubicación, a medio camino entre
Madrid, donde
estaba la
Corte,
y
Sevilla,
a cuyo puerto acudía a menudo al mantener allí anclada la
Armada
Española, de la cual fue almirante durante el reinado de
Felipe II.

El palacio estuvo a punto de ser destruido por
las tropas austracistas de
Edward Hamilton durante la
Guerra de Sucesión Española a
principios del
siglo XVIII, salvándose por la actuación del
capellán del marqués, el poeta
Carlos de Praves, gracias
a lo cual hoy podemos admirarlo. Sufrió algunos daños a causa del
terremoto de Lisboa en
1755: hundió el techo del
salón de honor, donde se había pintado el gran fresco que representaba la
batalla de Lepanto, y desmochó las cuatro
torres de las esquinas, que las crónicas de
Felipe II
describían como magníficas. En él podemos encontrar objetos marineros de la
época. Llama la atención un
mascarón de proa perteneciente a una nave que
dirigió el marqués. Durante la
Guerra de la
Independencia, los franceses lo arrasaron, y para cuando llegó la
Guerra
Civil había servido de granero, colegio, establo, cárcel y
hospital, hasta que en 1948, los descendientes de
Álvaro de Bazán se lo ofrecieron a la Armada como
museo-archivo, que es en la actualidad su función. Asimismo en la iglesia
parroquial aledaña hay un
cocodrilo disecado y adosado a una de las
bóvedas,
que fue ofrecido por el marqués como exvoto al regreso de uno de sus viajes.
El palacio fue declarado Monumento Nacional en
1931.
Para levantarlo, el marqués contrató a un equipo
de arquitectos, pintores y decoradores que trabajaron en la obra desde
1564 hasta
1586. Para algunos, el
diseño del edificio se debió al italiano
Giambattista Castello,
conocido como "El Bergamasco", que más tarde trabajó en
El Escorial;
para otros lo trazó, al menos en su plan original,
Enrique Egas
"El Mozo".
La arquitectura se percibe como típica española,
sin las arquerías italianas, con paramentos lisos y torres cuadradas en las
esquinas, influidos por la austeridad de
El Escorial
y el
Alcázar de Toledo, dentro de las relaciones
armónicas características del Renacimiento. El espacio central está ocupado por
un patio porticado que junto con la escalera forma un conjunto típicamente
manierista entendido como estilo elegante y cortesano que desborda el marco
meramente arquitectónico. Contaba con cuatro torres que, al parecer, se
derrumbaron a consecuencia del Terremoto de Lisboa de 1755.
Su principal pintura es la Batalla naval para la toma
del Castillo de San Juan.
Las paredes están decoradas con 8.000 metros cuadrados
de frescos manieristas elaborados por
Cesare
Arbasia,
Juan Bautista y
Francisco Peroli, y los
hermanos
Nicolás y
Francisco Castello. Todos
trabajaron para crear un espacio erigido a la mayor gloria de su dueño: por un
lado, había que exaltar sus virtudes militares, y por el otro, enaltecer su
linaje. Para lo primero, se pintaron en las paredes, las bóvedas y los techos
del palacio vistas de ciudades y de puertos, así como los baluartes y las
batallas en los que había conquistado su inmenso prestigio. A ambos lados de la
escalera se ubicaron dos estatuas en las que aparecía representado como
Neptuno (dios de los mares, con su tridente) y
como Marte (dios de la guerra), y sobre las puertas del piso superior se
colocaron los fanales de popa de las naves capitanas vencidas en las batallas,
que eran los trofeos de los marinos. Para elogiar su linaje, y siguiendo la
misma tradición renacentista de representar a hombres como dioses o semidioses
de la antigüedad, se pintó a los antepasados del marqués y a sus esposas (tuvo
dos) e hijos.

Estos dos grupos de representaciones se
aderezaron con
trampantojos, pinturas que simulaban puertas,
columnas y otros elementos decorativos y arquitectónicos; y también con motivos
grutescos que incluían animales mitológicos, sabandijas y follajes. Conforme
una temática muy variada que se puede interpretar como defensa del catolicismo
defendido en Trento.
También
se encuentran el interior del Palacios las
esculturas sepulcrales de Álvaro de Bazán y María de Figueroa.
Las estatuas sepulcrales de Álvaro de Bazán y su
esposa María de Figueroa, son el único ejemplo de escultura funeraria
perteneciente al primer tercio del siglo XVII. Fueron ejecutados para el
convento de la Concepción
de El
Viso del Marqués, ubicándose a día de hoy en el
muro del Palacio más cercano a los jardines. Su creador fue
Antonio de Riera, escultor
relacionado con la corte de origen catalán. En ellas, aparecen los marqueses en
actitud de orante, arrodillados en un reclinatorio, todo ello en mármol blanco
que resalta sobre el gris de los nichos. Se advierte en ellos cierta similitud
con la elegancia y el clasicismo de los
Leoni, a pesar de cierta rigidez formal,
siendo de especial relevancia la forma en la que están ejecutadas las telas y
el detalle de los vestidos.
Archivo General de la Armada
Española
El
Archivo
General de la Marina
Española "Don Álvaro de Bazán" es un archivo
español
cuyos fondos custodiados corresponden a documentación de la
Armada
Española desde el siglo XVIII al siglo XX. Es un archivo de
titularidad estatal, gestionado por el Ministerio de Defensa, con sede en este
palacio.
El pago del alquiler sigue siendo un billete de una
peseta de 1953,
porque el retrato que aparece en el billete es el del propio Álvaro de Bazán.
Hay un dicho en Viso del Marqués que dice: “El marqués
de Santa Cruz hizo un palacio en el Viso, porque pudo y porque quiso”.
Pues bien, esta salida se completo con una visita a la Iglesía Parroquial de la Asunción, al Museo de Ciencias Naturales del Viso, y al vecino pueblo de Santa Cruz de Mudela, donde visitmaos la plaza de toros cuadrada, una d elas primeras plazas de toros estables de España, así como la parroquia anexa al coso, donde se venera a la Virgen de las Virtudes.
Un magnifico día para nuestros consocios y amigos navegantes de Castilla La Mancha.